Quiero comenzar confesando que poseo la misma sensibilidad creativa para la música que un mogote de Viñales, o que un adoquín de La Habana Vieja. Mis criterios aquí son los de un tipo que escucha música (mucha), y no de un músico, ni de un musicólogo. Por eso, trataré de escurrírmele en tanto sea posible a valoraciones para las cuales no estoy capacitado. Además, voy a tratar de ser imparcial. Digo tratar porque soy humano, y mi humanidad me imputa irremisiblemente el sesgo hacia mis gustos.
No me gusta el reguetón. Tampoco me gusta la música clásica; ni, pongamos por ejemplo, la zanahoria. Ahora, no se me ocurre dudar de las cualidades nutritivas del vistoso vegetal ni de aquello que representa la música clásica para la humanidad. Con el reguetón no me pasa lo mismo. En principio, me cuesta trabajo ubicarlo en alguna categoría. Me explico: es un género musical, la música es una de las artes (tiene su musa y todo) y entonces, reguetón es ar… ¿me siguen?
No es mi intención aquí polemizar sobre la definición de arte, porque hay muchas en los diccionarios y una más por cada cabeza de quien reflexione sobre el tema. En mi mundo interior, veo al reguetón… como un oficio. Y como uno que genera un producto que consumen millones de seres humanos. Un oficio que está en auge, y para el que se necesita mucho talento.
Eso sí, no me parece que sea el mismo tipo de talento que puso Beethoven en su Novena, Paco de Lucía entre dos aguas o los Rolling en Satisfaction. Ni digo tampoco que los tres anteriores sean exactamente de la misma especie. Ahora, si de casualidad me encuentro la canción “El Blumer” junto a las tres anteriores en un juego de cultura general que ordena: “Quite el elemento que no pertenece a este conjunto”, espero que esté bastante claro a quien voy a quitar. ¿O no?
En innegable que hoy el reguetón está en muy buen momento. Miles de millones de almas lo consumen y, por lo tanto, se hacen necesarios aquellos seres que producen reguetón. Si bien Da Vinci fue alguien importante en la historia de la humanidad, también tiene su dosis de importancia cada pintor de brocha gorda que ha dado color a cada fachada del mundo, quizá incluso a la fachada de la casa de Da Vinci.
En general, salvo algunas propuestas novedosas, cada tema nuevo de reguetón, musicalmente hablando, es un refrito de alguno anterior. El background está hecho por máquinas y, sin ser absoluto, creo que bajo esas condiciones la creatividad se ve obligada a descansar en la letra de la canción. Hay asuntos –casi pilares argumentales– que predominan en las canciones de reguetón. Por ejemplo, están las que tratan de cómo el autor ha vendido muchos discos, y tiene más dinero que algún otro reguetonero, o que dos de ellos, o que todos los demás, sean reguetoneros o no. O, por el contrario, aquellas otras donde el autor denuncia que su novia se le fue con otro hombre, porque el otro tenía más dinero que él, aunque en estos casos siempre se agrega el detalle de que aun con menos dinero, el autor es mejor en la cama.
Por decirlo de alguna manera, la modestia no viene siendo el punto más fuerte de los reguetoneros como regla general. No estaría mal –y lanzo la idea a alguno por si la quiere usar– que apareciera un tema donde el autor dijera que sabe que no es el mejor, pero que se está esforzando de manera muy humilde, que respeta mucho a los demás reguetoneros. No sé, creo que está faltando en el panorama musical alguien que aun vapuleado por sus congéneres ponga la otra mejilla de manera reguetoneril, si me permiten la palabra.
Hasta ahora, hay mucho más de lo contrario. Y ese es un aporte del reguetón. Ninguna entidad musical se aviene tan bien al concepto de ofender al prójimo. Ahí sí que supera con creces a otros géneros. Sin duda. No me imagino yo a Mozart dejando de tocar el piano en medio de una de sus obras para decir: “Seguimos para arriba, 100 millones de copias vendidas, Salieri, todo lo que me desees, te lo deseo el doble yo a ti”.
El secreto de los creadores de reguetón consiste en dominar una suerte de poesía urbana, que permite llevar la idea: “Soy mejor que tú” a un grado superlativo. Aquí va mi top three, puras joyas:
– Díganle a las croquetas que llegó el cake de la fiesta.
– Qué volá, consorte, que volá, chamaco, yo soy un rottweiler, tú eres un perro sato.
– Yo ando en Audi y tú a pie, eres un pan sin Zapatillas Lacoste Mujer Para De Tela bisté.
Hay pequeñas frases muy útiles en la mayoría de las canciones de reguetón. Le digo dos: “una vez más…” y “tú sabes…”. Vienen siendo elementos que conectan una parte de la canción con otra. Los creadores más mañosos suelen dosificar su uso y alternarlo con otro recurso básico: decir el nombre del autor en medio de la canción, entre otras cosas, para que no se confunda con otra, que es que muchas se parecen. Cuando digo nombre, me refiero a algún vocablo que identifique al reguetonero, ya sea la capital de un archipiélago del Pacífico o el nombre común de algún mamífero carroñero.
En la historia siempre ha habido en cuanto derrotero ha tomado la raza humana, grandes autodidactas. Personas que, sin la formación en algún campo o materia, asombran al mundo por su destreza y capacidad intelectual o artística. Ahora, el reguetón parece ser un caldo de cultivo para el creador por su cuenta y riesgo. Salvo en contadas excepciones, la ausencia de formación musical campea por su respeto en el gremio.
Estoy convencido de que con una correcta base musical se podría producir reguetón de más calidad. Pero es un hecho que se puede ser muy, muy exitoso y más: muy bueno, según los cánones del género, sin tener la más peregrina idea de qué es una negra o qué significa la palabra solfeo. Lo digo más directamente, el reguetón es empírico. No precisa estudio, ni teoría.
Por otro lado, ha sorprendido a expertos y entendidos, que predijeron su muerte prematura. Aquí está el reguetón, más saludable que nunca. Hay que ser muy necio para no tomar en consideración y descartar de plano algo que gusta a tanta gente. Estoy deseoso de escuchar opiniones. Incluso algunas que vengan con fuerte bajo de fondo y me digan: “Criticar es fácil, lo difícil es ser como yo, tú sabes”.
mabuya
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100 puntos con asterisco. “tienes el flow”. Aquí va mi top three de frases reguetoneriles, incluso con clásicos:
“se me parte la tuba en dos, en tres”
“lomarriba, lomabajo, a la fokin niga”
“fuletéame el tanque” (este es más viejo, fue una época relacionada con autos “me gusta la gasolina”, etc)
Sería bueno que cada uno que leyera el artículo pusiera las tres frases más reguetoneriles que recuerde, a ver si entre todos hacemos un compendio que muestre las cualidades poélticas del género. Y lo publicamos bajo el sello de “detritus records” o “scumbag productions”. en cuanto vean que es en inglés, todos los reguetoneros aportan.